Adriana Domínguez homenajea a su padre, Adolfo Domínguez, en Moritz Feed Dog
El festival de cine de moda Moritz Feed Dog ha programado el documental ‘Adolfo Domínguez. El eco de otras voces’, todo un homenaje al diseñador, dirigido por su hija Adriana.
El primer pase del documental sobre la vida y carrera del diseñador Adolfo Domínguez se celebró el 20 de marzo, con la presencia de su directora, Adriana Domínguez, hija del creador gallego.

Establecido en Ourense (Galicia), su lugar de nacimiento, el diseñador ha mantenido la sede de su firma allí, pese a ser ya un grupo global con presencia internacional y cotizada en Bolsa. Para Adriana, este hecho es un valor diferencial, de la marca y de la figura de su padre. Un reflejo de su personalidad.
Homenaje a Adolfo Domínguez
Todos tenemos a alguien que es, de algún modo, nuestra persona favorita, a quien admiramos, quien nos inspira, de quién queremos aprender. Apuesto a que, con solo estas dos líneas, ya tienen a alguien en mente.
Para Adriana Domínguez, hija del reconocido diseñador, esta persona bien podría ser su padre, Adolfo Domínguez. Así lo muestra en el documental que ha presentado esta semana, en el marco del festival de cine de moda Moritz Feed Dog, en Barcelona. En una charla previa al documental, Adriana Domínguez habló de su padre como «un hombre muy especial». Lo más emocionante es que Adriana -que dirige el documental- haya logrado transmitir esa sensación a los espectadores.
Realmente se percibe a Adolfo Domínguez como alguien singular, con un intrigante mundo interior. Alguien lleno de pasiones y admiración por la cultura en todas sus formas. Probablemente de ahí venga su interés por la moda. Su hija consigue retratarle como un hombre especial, con cercanía y calidez. Su perspectiva despierta una admiración por el creador, pero no el tipo de fascinación que sentimos por maestros como Balenciaga, sino como fuente de inspiración a todos los niveles, una especie de mentor inesperado que surge en nuestra vida, una persona a quien desearíamos parecernos.
El documental muestra a un Adolfo Domínguez con una sensibilidad fuera de norma, con una profunda conexión con la naturaleza y con las ideas claras. Con sus luces y sus sombras, se ve su cara más exigente, pero también su faceta más inspiradora, así como agradecida.
Domínguez llega como un hombre familiar, con una historia larga, marcada por desacuerdos en momentos importantes de su vida y por la prematura muerte de su padre.
La misma admiración que siente Adriana Domínguez por Adolfo parece sentirla a su vez el modisto por su padre. «En casa no hablábamos del abuelo porque sabíamos que te afectaba», explica ella en el documental. «Esto no me lo esperaba», confiesa a su vez el protagonista, en uno de los momentos más íntimos del largometraje. Profundamente agradecido, el creador lo recuerda como un hombre con coraje y una historia creada a base de esfuerzo. Esa historia que él mismo espera replicar, con la esperanza de transmitir al resto del mundo, al menos, una mínima parte de lo que su padre le enseñó. Con la esperanza de mantener su legado y sentirlo vivo en sí mismo.
Al final, como refleja el diseñador, nuestras creaciones no son verdaderamente nuestras, sino el eco de otras voces.
Lola Catalan