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Audrey Millet considera que la presencia de químicos tóxicos en la moda y sus efectos pueden generar pronto un gran escándalo
El próximo 7 de abril saldrá a la venta el nuevo libro de Audrey Millet. Se titula Woke Fashion. Capitalisme, consumérisme, opportunisme que en español podría traducirse: ¡Despierta, moda! Capitalismo, consumismo y oportunismo.
Audrey Millet ya había llamado la atención del sector de la moda en 2021, cuando publicó El libro negro de la moda, una obra que abogaba enérgicamente por cambiar las prácticas de nuestro sector. Tras la publicación del libro, el Parlamento Europeo le encargó un informe sobre la presencia de sustancias químicas nocivas en las prendas que se venden en Europa. El 30 de enero lo presentó en Bruselas.
Millet, antigua diseñadora y doctora en Historia, que ahora es investigadora en la Universidad de Oslo, ha hablado con FashionNetwork.com sobre la dificultad de obtener financiación para investigar esa presencia a pesar de los riesgos que suponen para la salud de los consumidores.
Pinker Moda considera que todo lo que dice en ella es de interés general. Aquí tiene usted un resumen de su contenido.
FNW. Usted cree que nos enfrentamos a una catástrofe causada por las sustancias químicas contenidas en las prendas. ¿Se trata de un problema a corto plazo?
AM. Nos enfrentamos más bien a muertes lentas, a efectos a largo plazo. En este tema, no deberíamos esperar a que los consumidores despierten, porque afecta a todos los segmentos del mercado. He hablado con los responsables de sostenibilidad de grandes grupos. Saben que el próximo gran escándalo sanitario tendrá que ver con la toxicidad de la ropa.
FNW. ¿Hasta qué punto es urgente afrontar este problema?
AM. Es un problema cuyos efectos se dejarán sentir durante varias generaciones, especialmente sobre la infertilidad. Hay otros factores implicados, como la nutrición, pero nadie sospecha de la ropa, porque nadie se la come. El riesgo es que, dentro de dos generaciones, las mujeres ya no puedan tener hijos. Hay que modificar las sustancias que facilitan el planchado o evitan las arrugas. También hay que ver con qué tipo de tintes se consiguen los colores. También está la cuestión de las nanopartículas, que podrían ser las peores sustancias por los efectos que causan.
FNW. ¿Qué le impulsó a empezar a trabajar en el problema de las sustancias químicas nocivas en la ropa?
AM. Este trabajo tiene su origen en uno de mis libros. Mientras trabajaba en él, conocí a un niño en Punjab, India, que murió por exposición a pesticidas. Me puse a investigar, pero uno de los males de este tipo de investigación es que no interesa a nadie, ni en la moda ni en otros sectores. Por eso es tan importante el trabajo que he realizado para el Parlamento Europeo. Era la primera vez que disponía de medios para realizar este tipo de investigación.
FNW. ¿Está este problema relacionado con algunos productos o fases de su fabricación?
AM: A falta de un estudio en profundidad, es imposible decir qué productos están más implicados. El uso de pesticidas en los campos donde crecen los futuros tejidos presenta problemas graves. Pero las etapas finales de la producción de prendas también plantean problemas enormes. Otro reto es que, si lavamos nuestras prendas nuevas antes de ponérnoslas, las sustancias químicas entran en la naturaleza y a nuestros alimentos. Todo esto anuncia una pregunta importante: ¿están dispuestos los consumidores a aceptar menos comodidad a cambio de más seguridad en sus prendas?
Todo se reduce a la trazabilidad. Pero las marcas se desentienden de lo que hacen sus subcontratistas. Los fabricantes deberían informar, por lo menos, sobre los tintes usados.
FNW. Su informe destaca las limitaciones de las normas REACH que regulan el uso de sustancias químicas en los productos textiles.
AM. Hay marcas occidentales que invierten en el cumplimiento de sus normas, pero también tendrían que imponerlo en toda su cadena de suministro. Las etiquetas deben ser prescriptivas y estar coordinadas. No deberíamos vender ropa que puede matar a la gente poco a poco o hacerla estéril.
FNW. Las marcas de moda tardaron en concienciarse sobre los problemas ambientales. ¿Son ahora sensibles al problema de las sustancias químicas nocivas?
AM. Creo que las marcas de moda tienen interés en comunicar sobre este tema. Aseguran que su ropa no contiene ftalatos o que sus zapatos no tienen etileno. Es una estrategia de marketing, además de un imperativo moral. Cada vez están más preocupadas por los problemas de reputación. Pero todo esto no es suficiente.
FNW: La financiación de la investigación es un problema general. ¿Ocurre lo mismo con bienes de consumo como la ropa?
AM: Sólo espero una cosa: que me den 100.000 euros para poder analizar, evaluar y cruzar datos. El sector de la moda se está pegando un tiro en el pie al no financiar a quienes buscan soluciones.
No puedo trabajar en Francia porque nadie quiere financiarme. No porque teman demandas sino porque las conclusiones les molestarían. Estas conclusiones serían probablemente asumidas por las ONG. Estas cuestiones de financiación ponen de manifiesto una discrepancia, porque todas las etiquetas dicen que las prendas están en sintonía con laprotección del medio ambiente, inclusividad, raza y demás.
FNW. Las leyes de la UE contra los residuos y por el clima están introduciendo cambios en las normas de etiquetado de los productos. ¿Deberían ser las sustancias químicas el siguiente paso en materia de etiquetado?
AM. Será mi próxima iniciativa. La presencia de químicos debe indicarse en las etiquetas de los productos. Tenemos que redefinir la forma de redactar las etiquetas, porque ahora tienen muchos problemas. Cuando redacté el informe, en Italia me encontré con etiquetas que indicaban 3% de elastano, pero que no especificaban qué era el 97% restante. Nos queda un largo camino por recorrer.
En California existe una ley que regula la presencia de químicos, pero no prohíbe su uso. Solo exige que se indique su presencia. Los productos llevan etiquetas que dicen que las prendas contienen sustancias consideradas cancerígenas, mutágenas o tóxicas. No debería permitirse que ningún consumidor acabe con este tipo de productos en sus manos.
01.03.2023