El presidente del sector en la zona, Jaime Rebollar, vaticina la desaparición del calzado en la ciudad. El proceso, según Rebollar, se ha repetido ya en otros países de Europa, y en su opinión va a ser inevitable. «El calzado todavía trabaja mucho con economía sumergida y el empresario prefiere pasar desapercibido para evitar que por la solicitud de una ayuda económica se investigue toda la actividad del sector», explica Rebollar. Numerosos aparados de calzado se ubican en bajos de viviendas. Emplean mayoritariamente a mujeres de entre 25 y 45 años. La mayoría de estos locales pertenecen a la economía sumergida y realizan buena parte del preparado de los zapatos que después trasladan a las respectivas fábricas para que finalicen el proceso de producción. Rebollar asegura además que la Administración solicita «mucho papeleo y el sector no dispone de ningún departamento que pueda ocuparse de tramitar las ayudas, las fábricas de calzado suelen tener entre 10 y 20 trabajadores y no tienen capacidad suficiente como para acogerse a las subvenciones que se ofrecen». «El sector del calzado tiende a la desaparición y en pocos años sólo quedarán las empresas que estén más preparadas tecnológicamente», profetiza. En los últimos cuatro años han desaparecido en el municipio unas cinco fábricas de zapatos y «así irán desapareciendo poco a poco las pequeñas y medianas fábricas que no pueden aguantar el tirón. Esta circunstancia se ha producido ya en países como Francia, Italia y Alemania y en nuestro caso tenemos que asimilarlo porque va a suceder lo mismo». Temporadas y mano de obra Los principales problemas del sector del calzado son que es de temporada, de manera que «hay épocas en las que hay mucho trabajo y otras en que no hay nada. La mano de obra no puede estar pendiente de cuándo hay o no trabajo en el calzado y buscan otros empleos que permiten una contratación más fija». Según informó Rebollar, la mano de obra en el sector del calzado «es, junto a la del sector textil, la menos valorada, no por los empresarios, sino porque así está determinado en los convenios». El declive del sector parece inevitable, a pesar de la implantación en la Vall d´Uixó por parte de la Generalitat Valenciana de una delegación del Instituto Técnico del Calzado, que ha aportado interesantes novedades para ayudar a hacer competitivas a las industrias.