McKinsey y GFA pone deberes al textil de cabecera, marcas, consumidores y gobiernos, si queremos actuar contra el cambio climático

09.09.2020.- Hoy nos hacemos eco de un nuevo informe sobre la contribución de la moda a la lucha contra el cambio climático. Ha sido preparado por McKinsey en colaboración con la Global Fashion Agenda (GFA). Ambas instituciones desean movilizar con él a los ejecutivos del sector de la moda en su camino hacia la sostenibilidad. Sus autores son Achim Berg y Karl-Hendrik Magnus, socios senior de McKinsey, con la ayuda de otros profesionales.

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El informe de McKinsey y GFA pone los puntos sobre las ies al sector textil/moda

Es cierto que en los dos últimos años han aparecido unos cuantos informes sobre ese mismo tema. En Pinker Moda nos hemos hecho eco de varios de ellos. Es un hecho muy positivo, que también índica que hace mucha falta seguir esforzándonos todos en esta dirección.

Textil/moda, entre los sectores más dañinos para el medio ambiente

El resumen ejecutivo del informe de McKinsey y GFA comienza señalando que, desde la anterior revolución industrial, la emisión de gases de efecto invernadero (GHG) ha contribuido al calentamiento atmosférico. Este calentamiento, a su vez, ha provocado el aumento de la temperatura media de la Tierra, aunque con diferencias regionales significativas, y numerosos riesgos atmosféricos (inundaciones, fuegos, sequías y tormentas) que han generado un impacto serio sobre la vida de millones de personas. Como es probable que la temperatura media de la Tierra siga subiendo, es previsible que estos fenómenos sean se agraven en los próximos años.

El sector textil/moda está entre las actividades industriales que más contribuyen al calentamiento global. En concreto, en 2018 emitió a la atmósfera 2,1 billones de toneladas de gases GHG. Esto es el 4% del total, que equivale a la suma de las emisiones de Francia, Alemania y Estados Unidos. El 70% de estas emisiones correspondieron a lamanufactura textil y confeccionista. El restante 30%, al retail, uso de los artículos y el fin de su vida útil.

Es previsible que el volumen de artículos textiles acabados siga creciendo durante los próximos años debido sobre todo a los cambios en el estilo de vida de los consumidores. Si no tomamos medidas adicionales a las ya existentes, las emisiones anuales seguirán creciendo a razón de un 2,7% anual y en 2030 se situarían en torno a los 2,7 billones de toneladas.

Perpectivas para 2030

Ante esa perspectiva, el informe contempla dos escenarios:

  1. Si mantenemos la actual trayectoria en las iniciativas de descarbonización, las emisiones serían solo de 2,1 billones de toneladas en 2030, aproximadamente igual que hoy en día. Esto sería casi el doble del máximo requerido para mantener el aumento de la temperatura global en 1,5 grados.
  2. Si intensificamos las medidas en favor de la descarbonización, el sector textil/moda podría redeucir sus emisiones en 1,1 billones de toneladas anuales, que es la mitad de la cifra actual.

Esta alternativa B exige una actuación en el textil de cabecera y en la producción de confección, donde se pueden reducir un 60% las emisiones, especialmente con el uso de energías renovables por parte de marcas y detallistas. Las acciones de las marcas podrían generar un 20% de este objetivo; el restante 80% estaría en manos de los consumidores y de su cambio de hábitos. En este caso, para 2030 tendríamos un sector profundamente cambiado, con un 20% de los artículos finales dentro de los modelos de economía circular.

¿Qué debería hacer el sector?

Las áreas prioritarias de acción son cuatro:

  • La cabecera del sector debería reducir las emisiones, sobre todo con una mayor eficiencia en el uso de la energía y un mayor uso de fuentes energéticas renovables.
  • Las marcas deberían reducir también sus emisiones, usando materiales más sostenibles (más fibras recicladas), realizando una logística más eficiente, mejorande el packaging, minimizando las devoluciones y evitando la sobreproducción.
  • Los consumidores deberían adoptar una actitud más sostenible. Esto supone fomentar al alquiler, la reventa y la reparación de las prendas, reducir el número de lavados y secados y, sobre todo, aumentar la recogida y reciclaje de prendas ya usadas.
  • Los gobiernos y los reguladores deberían fomentar todo lo que hemos sugerido e incentivar la descarbonización.
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McKinsey y GFA consideran que los propios consumidores son una parte de la solución

¿Coste accesible de estas medidas?

Una buena noticia para el sector es que muchas de las acciones necesarias tienen un coste moderado. La mayoría de ellas tienen un coste inferior a 50 dólares por cada tonelada de emisiones. Por otro lado, el 55% de esas acciones acarrearían ahorros netos para toda la cadena.

Las restantes acciones exigirían incentivar a los consumidores o dictar leyes conducentes al ahorro. El 60% de la reducción exigiría una inversión en capital. Marcas y detallistas necesitarían apoyarse mutuamente para invertir en acciones que a largo plazo beneficiarían a toda la sociedad y al medio ambiente.

Es evidente, sin embargo, que todo ello supone cambiar por lo menos en parte los modelos de negocio del sector. Y esto puede ser mucho más difícil para losempresarios del sector.

¿Y más allá de 2030?

Más allá de 2030 el reto es todavía mayor. Para mantener un crecimiento de la temperatura limitado, el sector debería ir más allá de lo que hemos indicado en la alternativa B y redefinir los modelos de negocio, actualmente basados en el consumismo y en el crecimiento económico constante. Si queremos un futuro próspero y un planeta habitable, el sector debería desligar la creación de valor del aumento de volúmenes de producción y venta y pasar de los compromisos a las acciones.

+ Info: https://www.mckinsey.com/industries/retail/our-insights/fashion-on-climate