La moda francesa de los 50
Los años 50 fueron una etapa crucial para la alta costura francesa, muy mermada por el hundimiento financiero del año 1929 y, sobre todo, por la guerra. Durante esa década París volvió a ser la capital mundial de la moda, que experimentó un renacer protagonizado por grandes nombres como Jacques Heim, Chanel, Schiaparelli, Balenciaga o Jacques Fath, seguidos por Balmain, Christian Dior, Jacques Griffe, Hubert de Givenchy o Pierre Cardin. Todos contribuyeron al prestigio duradero de la moda francesa, sinónimo de lujo, elegancia y creatividad, y también al empeño de llevar sus logros al prê,t-à-porter.Esta exposición propone un recorrido por la evolución de la figura femenina a lo largo del decenio 1947–1957, desde el nacimiento del llamado New Look hasta la muerte de Christian Dior y la llegada de Yves Saint Laurent. Se presentó el año pasado en el Palais Galliera, museo de la moda de París, cuyo director, Olivier Saillard, seleccionó más de cien modelos y complementos, en su mayoría piezas excepcionales, pertenecientes al museo. Para su exhibición en Bilbao se ha contado como comisaria asociada con Miren Arzalluz, experta en historia del traje y de la moda.La moda de los años cincuenta está dominada por diseñadores masculinos, que subliman la feminidad pero, también, la encorsetan. Jacques Fath es uno de sus artífices. Cristóbal Balenciaga, maestro de maestros, escribe la segunda mitad del siglo con sus tijeras y sus tejidos de volúmenes arquitectónicos. Y otros, como Jacques Heim, Jacques Griffe, Jean Dessès y Antonio del Castillo, a los que no tardarán en unirse Pierre Cardin o Hubert de Givenchy, colaboran en la construcción de una idea de elegancia, según algunos, jamás superada. Rebelada contra ese dominio de aire retrógrado, mademoiselle Chanel prepara su regreso. En 1954, con 71 años, su colección, primero ignorada y más tarde aplaudida, consagra su famoso traje de chaqueta como solución indumentaria de indiscutible contemporaneidad. Se afianza una silueta andrógina que anuncia las transformaciones de la década siguiente.
![moda francesa](https://cdn.pinkermoda.com/pinkermoda/2015/11/Esperanto1.jpg)
Vestuario de día
Traje de chaqueta de mañana, de viaje, clásico, dos piezas de mañana, abrigo de viaje, abrigo de diario, vestido de almuerzo, vestido de tarde, vestido de tarde formal, conjunto de tarde sencillo, vestido de final de tarde, vestido de final de día, dos piezas de calle, conjunto para recibir, conjunto de viaje, conjunto de fin de semana, conjunto de sala de fiestas, vestido de casa, vestido de ciudad, vestido de cena informal… En la década de 1950, las líneas «8», «H», «A» o «Y» dictan los movimientos y longitudes que desea el modisto para chaquetas y vestidos. En los talleres y en los salones de alta costura se «bautizan» los trajes de chaqueta y otros modelos: «Bonbon», «Bernique», «Esperanto»…Esta poesía que mademoiselle Chanel aborrece y califica de «costurera» –prefería identificar sus creaciones con números– se difunde en revistas de moda y medios de comunicación. En las cerca de sesenta casas de alta costura que funcionan a comienzos de 1950, se pone en marcha un sistema de licencias y líneas más accesibles, como Jacques Fath Université, Heim Jeunes Filles, Lanvin Boutique, para las clientas que no tienen el privilegio de frecuentar los salones. Para el resto de las mujeres quedan la ropa de confección, menos sofisticada, o los patrones que divulgan las revistas de moda. Hasta la década de 1960, cada mujer es una modista capaz de reproducir los modelos que le gustan. El indispensable accesorio (guantes, sombrero, bolso…) completa la silueta.
Vestuario de playa y de campo
Desde principios de los 50, la juventud ya no se identifica, o sólo en parte, con la alta costura. Bajo la mirada divertida de Brigitte Bardot y de Françoise Sagan, que se reparten las portadas de las revistas, una clientela jovial impone bajo el sol un guardarropa liberado, con prendas de algodón de corte muy natural.Los vestidos de tarde de rayas multicolores, las faldas acampanadas de vivos estampados y los conjuntos de playa de resonancias exóticas seducen por su comodidad. Las bailarinas planas, que facilitan pasear y bailar, forman parte de esa búsqueda de lo natural. Las empresas de confección se adueñan de esta producción y las casas de alta costura desarrollan líneas adaptadas. Esta moda estival sirve también de plataforma experimental y de trampolín para el naciente prê,t-à-porter, que se impondrá definitivamente en la década de 1960.
Prendas íntimas y lencería
En los años 50 los atuendos de día y de noche parecen mimetizarse con los estilizados figurines de los modistos. Los hombros redondos se alejan de un busto menudo. Las caderas se ensanchan bajo un talle constreñido. Las piernas se acoplan como dos nerviosos trazos de lápiz.Desde 1947 la mujer sabe que ha de recurrir a una multitud de prendas íntimas que se han vuelto a imponer. Estas prendas conforman la silueta y la modelan según los diseños del creador. El corpiño acentúa la esbeltez de la cintura. La faja borra las caderas, comprime la espalda. El sujetador pigeonnier separa netamente los senos, permitiendo escotes profundos. La lencería inicia una línea sinuosa o entallada. «La enagua es la favorita del momento. Es el accesorio indispensable de los guardarropas. Confeccionada en linón, plumeti, algodón o encaje, se realza con lazos y se lleva con un corpiño del mismo tejido, con o sin ballenas. Por su amplitud, da consistencia a las faldas de vuelo,» describe Vogue en 1954. La era de las medias estándar pasa a la historia: bordadas, estampadas o con incrustaciones, combinadas con el vestido, las medias de nailon cubren las piernas de las mujeres elegantes.Esta nueva corsetería, con la etiqueta de los propios modistos, remite a épocas pasadas. El recuerdo del corsé revive en la faja. Tres colores, negro, rosa y blanco, se usan en una lencería que los años 60 desterrarán. Habrá que esperar a la década de 1980 para volver a descubrir sus encantos.
Vestido de cóctel
Desaparecido hoy en día de las pasarelas, de las revistas y de las costumbres, el vestido de cóctel sintetiza la moda y el vestuario femenino de los años 50. Es una evolución natural del traje de vestir o de noche informal de las décadas anteriores. Nace estrictamente en los años de la posguerra y desaparece con el auge del prê,t-à-porter de la década siguiente. De longitud variable, es un vestido de noche de uso menos formal. De amplitud y vuelos múltiples, es heredero de los vestidos de tarde ennoblecido con tejidos preciosos. Se le asocia espontáneamente la forma de corpiño, con o sin tirantes, pero puede igualmente lucir mangas tres cuartos y envolverse en un abrigo corto del mismo tejido. Los tonos rosa palo, rojo vivo, azul intenso o diluido, las tintas negras y los estampados destacan sobre sus voluminosas faldas. Se llevan los vestidos de cóctel «desde las 8 de la tarde para la cena, el restaurante, el teatro, su forma combina elegancia y comodidad… Chaquetilla Spencer, bolero, echarpe o abrigo disimulan los hombros desnudos hasta que sea apropiado mostrarlos», dice Vogue en 1950.Auténtico arquetipo de una moda fotografiada y difundida por la industria cinematográfica, el vestido de cóctel desaparece cuando André Courrèges diseña en 1964 un guardarropa que rompe totalmente con el pasado. La juventud de aquella época ve en este vestido un elemento de esclavitud de la mujer, reducida a un estado de coquetería. Sólo a lo largo de la década de 1980 volverá a inspirar las colecciones de los creadores.
Vestuario de noche
«Los trajes de noche representan el lujo de los modistos. En ellos vuelcan toda su fantasía. Representan aproximadamente una décima parte de los modelos de la colección», dice Paris Match en 1950. Tanto si se trata de Balmain como de Dior, Fath, Schiaparelli o de Balenciaga, todos se superan cuando, en el desfile, aparecen los trajes largos. En estilo sirena, de tubo o, por el contrario, muy amplios, todos concentran las magistrales intenciones o las fantasías de cada creador.Los tejidos pesados y nobles como los tafetanes, los satenes y los terciopelos, los tules y las muselinas dispuestos en capas vaporosas, los encajes… Los trajes de noche de tonos sutiles o teatrales convierten a algunos modistos en inspirados pintores y a otros, en escultores de lo efímero. Sobre las maniquíes aduladas, Anne Saint-Marie, Bettina, Dorian Leigh, Dovima o Susy Parker, se colocan los fastuosos atuendos de reminiscencias históricas que no tardarán en convertirse en la envoltura voluptuosa de actrices de cine y teatro
* Para más información: https://www.museobilbao.com