El resultado fue un fracaso absoluto, debido tanto a la decisión europea y estadounidense de mantener las subvenciones agrícolas, sobre todo al algodón y por razones electorales, como a la actitud de muchos países en vías de desarrollo que no están dispuestos a desmantelar sus defensas arancelarias para no dañar los intereses de los fabricantes locales. Esta situación ha tenido sus primeros ecos durante el verano. De momento, la OMC ha perdido buena parte de su credibilidad para el futuro. Además, parece que la falta de verdaderos acuerdos globales será sustituida a medio plazo por alianzas bilaterales y regionales con fuerte carácter defensivo, que dificultarán posteriores acuerdos dentro de la OMC. Están por ver las consecuencias de todo ello en el sector textil/confección, pero en principio deben ser más negativas que positivas.