Dice Nani Marquina que en su casa el diseño se había vivido siempre de forma diferente. No en vano, su progenitor, Rafael Marquina, es autor de la aceitera antiderrame, uno de los objetos más exportados -y copiados- internacionalmente.
Si bien Nani contó con el siempre importante respaldo familiar, en sus inicios profesionales la sociedad española no era tan receptiva al diseño como lo es ahora. Tal y como explicaba la diseñadora en una reciente conferencia en el Istituto Europeo di Design (IED), el diseño que se producía en los años 70 se limitaba «a dotar a un objeto creado por un proceso industrial de cierto aspecto de diseño».
nani1_sm1En esta coyuntura no del todo propicia, Nani Marquina decide abrir su propia tienda de interiorismo, Self-Decor (1974), un proyecto empresarial frustrado pero que le permitió conocer de primera mano «lo que piensa el cliente a la hora de adquirir el producto».
También durante esta etapa, la ya empresaria catalana percibe la falta de diseño en la oferta de textil hogar existente. Especialmente interesada por las alfombras, la diseñadora comprueba que las piezas disponibles en el mercado son «alfombras mecánicas, de calidad muy baja».
Una vez comprobado el vacío de mercado existente, Nani Marquina decide apostar por trasladar el concepto de diseño a las alfombras, aportando un valor estético que permita «una identificación personal» con cada diseño.
De esta forma nace, en 1987, la firma nanimarquina, un proyecto empresarial arriesgado pero que ha sabido adaptarse a las necesidades cambiantes del mercado. Para empezar, la firma confió a diseñadores de renombre la creación de nuevos modelos que consolidaran su apuesta por la «alfombra de autor». Personajes como Mariscal, Peret, Eduard Samsó, Diego Fortunato, Ana Mir, Emili Padrós, Oriol Guimerà o Mariana Eidler forman parte del extenso catálogo de nanimarquina.
Otra de las apuestas que ha hecho la marca, y que le han permitido ganar más cuota de mercado, es la incorporación de nuevas materias primas, nuevos usos y la implementación de tecnología e innovación durante el proceso creativo de cada modelo. A modo de ejemplo, destaca la serie «Bicicleta» que incorpora restos de neúmaticos reciclados.
Deslocalización productiva
nanimarquina fue, además, una de las primeras empresas en recurrir a la deslocalización productiva. Hasta 1992, la empresa tabajaba con telares mecanizados en España, pero las dificultades económicas y técnicas por las que atravesó la compañía a principios de los 90 la empujaron a explorar nuevas vías de producción en India y Marruecos.
Tal y como comentaba la propia Nani Marquina, el carácter artesanal de la industrial textil en India permite crear alfombras de alta calidad que la producción mecanizada no proporciona. A las evidentes ventajas económicas que comporta esta deslocalización, se une «la predisposición total para hacer cualquier cosa» de las empresas indias. En este sentido, la diseñadora catalana enfatiza la facilidad que le permite la industria india a la hora de experimentar y ajustar la producción a sus necesidades.

Alérgica a la lana
«Yo era muy alérgica a la lana y los médicos me decían que no podía tener alfombras en casa«, recordó Nani Marquina durante la conferencia en el IED. Con el paso de los años la alergia desapareció lo que, sin duda, fue providencial para el devenir profesional de la diseñadora.
Por otro lado, la industria textil india se basa en la intensificación de la mano de obra, lo que garantiza el trabajo artesanal. «La artesanía permite cosas como cortar toda una alfombra a tijera», explicaba Marquina.
La premisa del diseño se traslada también a la propia estrategia empresarial: «Me planteo la empresa como parte del diseño, algo muy creativo», explicaba. La diseñadora, que argumenta que «el diseño se ha de vender de otra manera, envolver de otra manera», defiende la idea de que también se puede «diseñar empresa». «Ése es mi caso», asegura.
Actualmente, nanimarquina tiene una facturación anual superior a los 2,7 millones de euros y comercializa sus productos en más de 45 países. Su próximo objetivo es introducirse en el mercado chino, un gigante «que aún no nos ha abierto las puertas».
La amenaza del plagio
Por ahora, empiezan a recibir pedidos de distribuidores indios lo que, a juicio de la diseñadora, muestra que «empiezan a ser consumidores de su propio diseño». El éxito de un mismo producto en países de tradición cultural tan diversa responde, según Nani Marquina, a la consolidación de unas tendencias estéticas globales que reducen las diferencias de gustos entre países «Nosotros hacemos un producto para un mundo global», afirma.
nani2_smPrecisamente, es este gusto global y el innegable éxito que tienen los diseños de nanimarquina a nivel internacional lo que genera la comercialización de copias e imitaciones de sus productos. El fenómeno de la falsificación, que en su día ya afectara al propio Rafael Marquina, amenaza ahora los beneficios de la firma catalana.
«De momento no nos afecta porque los canales de distribución no son los mismos, pero podría llegar a hacerlo», declaraba Nani Marquina. De hecho, el constante cambio que experimentan los sistemas de distribución -con el peso cada vez más importante de la comercialización on line- podría dar alas a la venta de imitaciones, según relataba la diseñadora.
Trayectoria profusamente premiada
El reconocimiento profesional a la labor de Nani Marquina se hace patente con los numerosos galardones otorgados a la diseñadora catalana. La última distinción recibida, el Premio Nacional de Diseño 2005, es especialmente relevante, no sólo por el prestigio del galardón en sí mismo, sino por el hecho de ser la primera vez que se concede a una mujer.
Otros de los premios recibidos son:Premio FIDEM a la Mujer Emprendedora (2006).Selección a los Premios Delta Adi-FAD para la colección «Bicicleta» (2005).Certificat d@#¬Excellence (Feria SIDIM de Montreal) y Good Design Award (Chicago Athenaeum) para la colección Topissimo (2004).Selección a los Premios Delta para la colección «Pera» (1990).Selección de la colección «Begonia» para la tienda del MOMA en Nueva York (1989)

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