La fantasía y el inconsciente se rinden al invierno 2010-2011 de Andres Sarda, que crea un universo animado en el que los objetos cobran vida. Un paisaje visto por la retina del espíritu de los sueños, aquel que invita a vestir el cuerpo con la belleza de delicados encaje y satén, y a mezclar con libertad el día y la noche, lo cotidiano y lo exquisito.Un desfile que ha llevado a los asistentes a un jardín onírico, a un salón de té fantástico y al baile en un castillo en el que transcurre una simbólica partida de naipes. Espacios imaginarios que enmarcan una colección que alterna el espíritu vintage afrancesado con un aire new dandy y con ciertos destellos de excentricidad. Un estilo que se escribe además en clave de sofisticación.Terciopelo, raso, organza, tul de seda y encaje se alzan como materiales estrellas, y la paleta de colores contrasta la gama de cálidos, pasteles y empolvados, con el maquillaje y el púrpura como protagonistas, con otra más fría de azules, piedras, gris fumée y negros, con el blanco roto como contrapunto.

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