STIB: los expositores se quejan del calendario de Première Vision
STIB celebró la pasada semana su última edición, que tuvo un desarrollo satisfactorio y sostenido, pese a la disminución de su base de clientes
02.10.2017.- STIB –Salón Textil Internacional de Barcelona– celebró la pasada semana en las Reales Atarazanas de Barcelona su última edición, que tuvo un desarrollo satisfactorio y sostenido, aunque todo el mundo reconoce que su base de posibles clientes va reduciéndose poco a poco.
En nuestra visita al STIB charlamos con varios expositores sobre todo acerca de la reciente edición de Première Vision Paris, que es su punto de referencia. De hecho, la mayoría había estado allí, igual que las tejedurías que representan en España. La edición ha ido bien –vino a ser la tónica general de las respuestas que recibimos-, pero el problema es que este año se ha celebrado todavía un poco más tarde de lo habitual. Y STIB tiene como norma celebrarse después de Première Vision. Milano Unica se había celebrado ya en junio, y con excelentes resultados, sobre todo en moda masculina. No creemos que Première Vision vaya a saltar a antes del verano, pero por lo menos debería celebrarse a primeros de septiembre.
En todo caso, aquí en STIB hubo un número suficiente de visitantes, cuyo censo va bajando de año en año. El segundo día fue evidentemente el mejor. Acudieron al salón los compradores más importantes, los que necesitan recibir sus expositores.
Uno de los entrevistados nos comentó con sorpresa: ayer fui a almorzar con un cliente al World Trade Center –muy cercano a las Atarazanas- y me encontré que también había allí una exposición textil, que no conocía para nada.
¿Qué ritmo de trabajo debe mantener el textil?
Mantuvimos varias conversaciones repasando los grandes retos e interrogantes del sector textil. Uno de ellos fue el de la creciente velocidad de muchos segmentos del sector confeccionista, especialmente del fast fashion. ¿Hasta qué punto el sector textil debería unirse a esta corriente y cambiar su ritmo de trabajo?
La opinión mayoritaria es que no procede en modo alguno: el fast fashion es otra cosa, quizá ni siquiera moda en el sentido auténtico de la palabra. Pero la moda –con mayúsculas- necesita mantener el ritmo anual de las dos estaciones, en todo caso con algunas actualizaciones –Colecciones Cápsulas o como se las quiera llamar-. Es el único ritmo que está inventado y que permite trabajar decentemente. Pero reconocemos que el problema es que eso significa que estamos trabajando a 18 meses vista del producto final en manos del consumidor. Aquí presentamos, por ejemplo, las colecciones para 2018/2019. ¿Y qué colores, tactos, construcciones, etc. querrá entonces el mercado? Resulta imposible saberlo por muchos análisis de tendencias que se puedan hacer. Muchos tejedores se fían sobre todo de su conocimiento de sus clientes, de su histórico, etc., -que probablemente es su mejor herramienta de pronóstico- pero evidentemente siempre existe un riesgo elevado. Y, por otro lado, nada impide que algunos visitantes de los salones textiles (PVP o STIB) se enamoren de algo, consideren que ya es actual y quieran utilizarlo para sus colecciones inmediatas. Entre las fornituras, por ejemplo, hace poco tiempo se pusieron muy de moda los pompones de toda la vida. Y todos nos lanzamos a los pompones: ahora, en cambio, el viento de la moda ha girado completamente y nos estamos comiendo los pompones con patatas.
En resumen: el negocio textil sigue siendo muy difícil, más difícil que el de la confección porque trabajamos a más largo plazo.
Por otro lado, el creciente dominio de la gran distribución nos ha hecho bastante daño durante los últimos años porque la mayor parte de su sistema de aprovisionamiento no pasa por Europa. Ahora, además, nos encontramos con las plataformas digitales, que se están comiendo también el mercado y que también tienen una cadena de aprovisionamiento que raramente pasa por nosotros, salvo en casos muy especiales. Además, en general –esto ocurre, por ejemplo, en Amazon– ellos ni fabrican ni venden apenas productos propios. Son un escaparate de muchas marcas que los utilizan como lanzadera.
La Industria 4.0 puede animar la instalación de software
Aprovechamos la visita para charlar con Santi Ureta, de Ekamat, certificada por Microsoft, que está en el mercado desde hace muchos años: sigue siendo difícil vender software para el sector textil, porque su implantación tiene un coste elevado y supone cambios importantes en la organización de las empresas. Además, hasta hace poco, las empresas no se fiaban demasiado de la Nube: les daba la impresión de que sus datos se podían perder o caer en manos ajenas. No se daban cuenta de que allí estaban más seguras que en sus propias oficinas.
En este momento, sin embargo, las empresas de productos y servicios informáticos cuentan con un par de aliados importantes: por un lado, la mayor confianza de todos los usuarios en la Nube, que puede simplificar procesos y abaratar costes; por otro, el avance hacia la Industria 4.0, que es un aliciente para los directivos, aunque también a menudo provoca escepticismo.
A veces, los directivos no son conscientes de que la ausencia de determinadas herramientas de software les hace perder dinero, por ejemplo porque no controlan suficientemente las mermas o porque no estudian bien las rutas de sus comerciales.
Ahora mismo, Ekamat está implementando Dynamics 365, también de Microsoft, que es una herramienta muy útil para la integración. Ofrece sobre todo soluciones en la Nube para CRM (Customer Relationship Management) y ERP (Enterprise Resource Planning).
+ Info: www.stib.com