La firma de moda Sybilla, fundada por Sybilla Sorondo, que abandonó la moda en 2018, vuelve al mercado con un taller dedicado a la confección a medida y una tienda pop-up en Madrid.

Sybilla regresa con un «salón de medida y novia», como la propia firma denomina a su taller, que abrió sus puertas en Madrid el pasado 20 de junio. En esta misma fecha, se inauguró su tienda efímera, que permanecerá abierta un mes, hasta el 20 de julio.

Presentará artículos de nueva creación, aunque inspirados en sus diseños más significativos. Entre ellos destacan propuestas en sedas estampadas con tintes naturales, otras de viscosa y algodón, diseños de noche en gasas tornasoladas e incluso prendas trampantojo.

El resultado es una colección llena de color, confeccionada en tejidos exquisitos, suaves y ligeros. Sus prendas tienen volúmenes escultóricos que buscan recuperar los más de 40 años de trayectoria de la marca.

El retorno de Sybilla tendrá continuidad los próximos meses, de momento con nuevas pop-ups en Mallorca e Ibiza en verano. Después, ya a finales de este año, la marca llevará sus diseños a México y Miami.

Por su parte, el taller será un espacio permanente, también para las ventas, ya que la marca no contará con tienda online, al menos de momento. «Nuestro salón de medida y novias es un lugar para jugar y disfrutar, para realizar juntos ese vestido que sueñas, para crear un vestuario a medida. Quisiera ayudar a crear ese vestido que sirve para cada ocasión, no pasa de moda y siempre sienta bien», ha comentado el equipo de Sybilla.

La firma define así su reaparición, como «un experimento, un laboratorio, un intento de encontrar coherencia en mi trabajo con el momento tan delicado que vivimos. Quiero ser útil con lo que hago y transmitir alegría haciéndolo».

Sybilla, una trayectoria compleja

Sybilla Sorondo nació en Nueva York en 1963. Su padre era un diplomático argentino y su madre, polaca, fue creadora de moda.

Se trasladó a Madrid con su padre. Desde joven empezó a hacer vestidos con la ayuda de una modista, basándose en lo que veía en las tiendas. A los 17 años viajó a París, donde se formó con Yves Saint Laurent. En 1983, presentó en Madrid su primera colección, compuesta por 40 vestidos realizados para sus amigos y clientes. En ella mostró ya su estilo personal, con piezas envolventes inspiradas en la naturaleza y con tejidos casi siempre conseguidos en el Rastro madrileño o en almacenes.

En 1985 presentó su primera colección de prêt-à-porter en la pasarela Gaudí de Barcelona. Firmó un contrato de licencia con Alberto Guardione, que la popularizó en Milán y París. Comenzó así la producción industrial y la distribución de sus colecciones, ya bajo la marca Sybilla. Conoció a los fotógrafos Javier Vallhonrat y Juan Gatti, que crearon sus imágenes publicitarias y se incorporaron a su equipo.

En 1987 abrió una tienda en el barrio de Salamanca en Madrid. Ese mismo año José María Juncabella, presidente de Industrias Burés, ofreció a Sybilla la posibilidad de lanzar una línea de ropa de cama, que complementó sus colecciones. En 1988, con solo 25 años, recibió la Aguja de Oro y el premio Balenciaga, creado por el Centro de Promoción del Diseño de Moda del Ministerio de Industria.

El éxito de Sybilla despertó el interés de la familia italiana Zuccoli, productora de Jean-Paul Gaultier. La nueva licencia y los desfiles en Milán le proporcionaron gran eco internacional. Desde 1989, estuvo presente en Japón con Itokin.

Últimos compases de la vida profesional de Sybilla

Poco después, debido a su agotamiento, se planteó abandonar los desfiles como forma de presentar colecciones. A pesar de eso, en 1990 hizo todavía desfiles en Milán, Madrid y Tokio, que representaron un cambio significativo en su carrera. Su patronaje se hizo más complejo y empezó a utilizar materiales más exquisitos. En 1991 abrió una tienda en París con un último desfile.

Al año siguiente firmó la primera colección con Jocomomola, de estilo optimista. La ayudó a vender sus creaciones de forma independiente. Más tarde, Louis Vuitton le encargó el diseño de un bolso con su monograma para celebrar el centenario de la marca.

Aunque siguió trabajando en proyectos muy diversos, en 2005 acabó vendiendo su firma y se retiró a Mallorca, donde creó un centro de estudios dedicado a la sostenibilidad y a la transformación social. Desarrolló, por ejemplo, Fabrics for Freedom, para sensibilizar a la industria textil sobre el consumo de tejidos responsables.

Sybilla no ha querido nunca ser un personaje público. Ha preferido simplemente crear prendas en las que cohabitan la funcionalidad, la seducción, la sorpresa, la discreción, la sensualidad y el humor. Toda su obra está atravesada por un enfoque idealista, a menudo irreconciliable con la vida de los negocios.

Aunque su diseño fue siempre reconocido, la marca y su creadora tuvieron dificultades en el terreno empresarial y financiero. Volvió al mercado en 2014 tras una década de ausencia de la mano de nuevos socios, pero en 2019 recayó en la liquidación por no encontrar los socios adecuados. Ahora emprende una nueva etapa con Madrid, aunque no hemos recibido información sobre su aspecto empresarial, probablemente pilotado por nuevos capitales.

Para más información: https://www.instagram.com/sybillaofficial/

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