Según explican desde Union Knopf, su éxito se debe sobre todo al diseño, a un producto muy competitivo, la innovación y el servicio. Cuenta con un equipo de diseño que trabaja de manera estrecha con hiladores y tejedores, además de seguir las tendencias de la moda. Busca lo inusual, nuevas formas, ideas y aplicaciones, pero siempre en colaboración con sus clientes.

Union Knopf puede hacer un producto muy competitivo porque lo produce en sus propias instalaciones. “Esta es una de las ventajas únicas”, afirman desde la empresa.  “Esta estrategia garantiza un producto de alta calidad constante y permite proporcionar al cliente un servicio rápido, completo y flexible”, subraya. Cada año, desarrollan más de un millar de diseños de botones, broches, ganchos de cierre, hebillas y todo tipo de accesorios se desarrollan en todo tipo de materiales, ya sean naturales, metálicos y sintéticos.

Por otro lado, la inversión en tecnología le ha permitido desarrollar sus propios materiales, como el Durohorn, un material sintético que permite realizar múltiples estructuras con diferentes superficies, acabados y colores que simulan la naturaleza. Otro de sus desarrollos es el PSW-Horn, que imita el cuerno real. También es suyo el  GumTec, un material básico pensado para los tejidos ligeros. Todos los artículos de Union Knopf cuentan con un proceso de producción sostenible y están avalados por el certificado &Ouml,eko-Tex Standard 100.

Por último, Union Knopf se presenta como un partner para la industria de la moda y trabaja de manera estrecha con firmas como Jil Sander, Hugo Boss, Max Mara o Marithé François Girbaud, entre otros. Considera que “el contacto directo facilita una reacción rápida e inmediata a las condiciones cambiantes del mercado de la moda”. Cada temporada, presenta a sus clientes con un pre-colección, una colección principal y actualizaciones de temporada.

Con el fin de garantizar un producto de calidad y un buen servicio, dispone de plantas de producción y oficinas en países como Polonia y Rumania, así como en el Lejano Oriente. Cuenta con una plantilla de más de 700 personas en todo el mundo.

La historia del botón

El botón es un elemento de la moda, que bien puede ser puramente funcional o enriquecer la prenda. Su importancia ha crecido hasta el punto que tienen sus propias tendencias de la moda. Pero su relevancia en el vestir no es nueva, ya a finales del siglo XVI, los botones desempeñaron un papel clave. Desde entonces, han servido para documentar y reflexionar sobre su tiempo.

Los botones son testigos de los movimientos de la moda, de los materiales y de las técnicas de fabricación. Pueden ser humildes o extravagantes, hechos en tela, metal, vidrio, cerámica, esmalte, naturales o de plástico. Los botones revelan el ánimo, el arte y las motivaciones de sus creadores y sus usuarios.

Son casi tan antiguos como la misma ropa. Los hombres prehistóricos ya los utilizaban, así como los griegos y los romanos, y las tribus bárbaras. E incluso en aquellos tiempos, los botones fueron sometidos a las tendencias de la moda.

Su uso aumentó en el Renacimiento, una época en que los hombres vestían con chaquetas de mangas ajustadas y las mujeres, vestidos cuyos botones eran meros adornos. Los hombres continuaron usando botones funcionales hasta mediados del siglo XIX, una época en que el brillo del oro y la plata, y las piedras preciosas semi-preciosas, formaban parte de su armario.

Los botones decorados indicaban el rango social de su portador. Cuanto más alto era el rango, más artístico era el botón. Madera, hueso o metal se usaron en la ropa del hombre común, mientras que los artistas y artesanos crearon piezas únicas de lo más artísticas para el hombre rico.

Pero si el botón vivió una época dorada, ésta fue en el siglo XVIII. El rey Luis XIV, popular por sus extravagantes botones, estableció que los botones adornaran el cierre de chalecos y las solapas de los abrigos. Surgió en toda Europa una riquísima industria del botón, que tuvo a sus maestros artesanos, artistas del vidrio, fabricantes de porcelana y joyeros.

La revolución industrial de finales del XVIII contribuyó a la producción en masa del botón. Los artesanos fueros desapareciendo de manera paulatina para dar paso a industrias capaces de producir en masa miles de botones. A pesar de ello, la importancia de los artesanos era todavía tal que, en Gran Bretaña, durante un periodo de tiempo, no se les permitió emigrar.

Pero hasta entonces, los botones estaban destinados principalmente para ropa de hombre. Al finales del siglo XIX, las casas de moda de París comenzaron a usar los botones para la ropa de mujer. Japón y China empezaron a producir botones y, sobre todo los lacados japoneses, llegaron a influir en la moda.

Otra influencia importante vino de la Reina Victoria, cuyo estilo fue imitado por más de una generación. Después de la muerte de su marido, y para los próximos 25 años, sólo llevaba botones de cristal negro. Cuando se convirtió en Emperatriz de la India, los símbolos de Paisley aparecieron en todos los botones. Su época se caracterizó también por los botones de imagen, y los de óperas, novelas, obras de teatro o pintura.

Con el inicio del siglo XX, durante el período del Art Nouveau y hasta la Primera Guerra Mundial, se popularizaron los botones de plata, a veces con adornos de cristal. La década de los 20 trajo nuevos materiales, más colores y tamaños, especiales para las camisas, blusas, trajes o vestidos».

Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania Occidental inventó los botones de colores de cristal, que fueron importados por millones de los Estados Unidos durante los años 60. En aquel momento, las mujeres trabajadoras demandaron botones de fácil cuidado que pudiesen soportar lavadoras y secadoras, y la industria respondió con el botón pequeño, plano y de plástico, de dos o cuatro agujeros.

Los botones son por tanto expresión de su tiempo y, hoy, al igual que hilados, tejidos, y siluetas, cambian cada temporada. Son una parte importante del diseño y su función va mucho más allá de ser una forma práctica de cerrar una prenda.