Directivos de Bangladesh y Sri Lanka opinaron sobre el fortalecimiento de su posición, que necesita fortalecer sus relaciones comerciales

05.11.2020.- La Fundación Friedrich Naumann for Freedom celebró recientemente en su oficina regional en Asia meridional un webinar sobre el futuro de la posición global de la confección realizada en Sri Lanka y Bangladesh.

Entre los ponentes estuvieron Nurur Rahman, director general de una empresa del grupo Ha-Meem; y Félix Fernando, director de Omega Line. Ambos coincidieron es que ambos países -que en buena parte compiten entre sí- deberían abandonar su actitud de hermanos beligerantes. Además, deberían revisar sus actuales acuerdos de libre comercio con otros países, para ayudar a ambos a mantener su papel y a recuperar el nivel de pedidos de ante de la pandemia.

En futuro de Bangladesh (foto de Char Kukrimikri, en Unsplash)

Consecuencias de la pandemia en Bangladesh y Sri Lanka

Bangladesh comenzó a sentir los efectos del Covid-19 antes de que la pandemia causara una disrupción global al sector confeccionista. Sus fabricantes tuvieron ya entonces dificultades para aprovisionarse de materia prima, que llegaba sobre todo desde China. Durante la primavera perdieron pedidos por un valor de casi 14 billones de dólares.

Entre enero y agosto sufrieron una caída de pedidos de un 25% en comparación con el mismo periodo de 2019. Sus exportaciones confeccionistas se dirigen sobre todo a Estados Unidos y a Europa, dos zonas que ya sufrieron mucho entonces y que ahora están sufriendo la segunda ola de la pandemia, que no tiene visos de amainar.

El sector confeccionista de Sri Lanka, por su parte, sufrió una dificultad adicional cuando miles de sus trabajadores -sobre todo mujeres- enfermaron con el coronavirus. El Gobierno cerró algunas fábricas y trasladó a muchos de los pacientes a campamentos, donde estuvieron controlados por la policía. El 15% de los ocho millones de trabajadores del país tienen sus puestos de trabajo en el sector confeccionista.

Ahorros de costes, a toda costa, en Bangladesh

Para ahorrar costes, cuando los pedidos cayeron en picado y sus clientes racaneaban antes de pagar sus facturas, las fábricas de ambos países eliminaron las horas extra. Por otro lado, tampoco hacían falta visto el descenso de los pedidos. En Bangladesh estas medidas -y otras similares- afectaron también a los trabajadores de niveles más altos. En Sri Lanka, el Gobierno autorizó a las empresas a pagar solo la mitad de los salarios durante los meses de mayo y junio, y complementó el sueldo de los trabajadores con un subsidio gubernamental. También les dio la alternativa de pagar una compensación fija de 14.500 LKR (rupias de Sri Lanka, equivalentes a unos 65 euros) fuese cual fuese el sueldo del trabajador.

Para facilitar el cumplimiento de la distancia social entre los trabajadores en las fábricas, bastantes empresas confeccionistas decidieron cerrar algunas de ellas. También ofrecieron un plan de bajas voluntarias con compensaciones en razón de los años trabajados. La mayoría de los que lo aceptaron fueron miembros de la dirección de las empresas.

Estrategias de futuro

Tanto Rahman como Fernando pensaban que, para seguir siendo competitivos, ambos países deben introducir políticas mejores y más coherentes. También consideraban que el Gobierno debería garantizar un servicio ininterumpido de energía eléctrica, y mejores servicios sanitarios. Fernando añadió que Sri Lanka debería dejar atrás la mentalidad de dedicarse solo a prendas básicas. El país necesita disponer de acuerdos GSP (General Scheme of Preferences) y alcanzar la autosuficiencia en materias primas.

Fernando comentó, además, que Sri Lanka necesita revisar la viabilidad de producir artículos textiles, que producen unos márgenes comerciales pequeños. Además, requieren un buen aprovisionamiento de agua y un servicio eficiente paa el tratamiento de aguas residuales. También debería revisar sus acuerdos de libre comercio porque algunas de las medidas de los actuales no le benefician.

Ambos se mostraron escépticos, debido al coronavirus,  respecto a la posibilidad de que tanto Bangladesh como Sri Lanka alcancen sus actuales objetivos en los periodos previstos. Para ello, entre otras medidas, deberían reforzar la fortaleza del crecimiento de toda la región.

Queremos dejar constancia, sin embargo, que algunas fuentes hablan ya de una fuerte recuperación manufacturera de la manufactura asiática, aunque no beneficia por igual a todos los países. Un ejemplo de ello es un reciente informe de QIMA, que publicamos en esta misma web. Aquí la puede consultar.

¿Quiénes son el Grupo Ha-Meem y Omega Line?

El Grupo Ha-Meem -con 30 años de historia- es uno de los principales confeccionistas de Bangladesh. Produce tejidos denim y prendas de todo tipo, que exporta a todo el mundo. Entre sus clientes están Zara, Mango, Next, Napapijri, PVH, H&M, Esprit, VF, Gap, etc.  Se enorgullece de haber crecido al mismo ritmo de su país, a cuyo crecimiento económico ha contribuido en buena medida.

Produce 7 millones de prendas mensuales en sus 26 fábricas, donde trabajan 50.000 trabajadores. Además, cuenta con una tejeduría de denim (con una capacidad para producir 4 millones de metros mensuales), 7 plantas de lavado, varias factorías especializadas en jerseys, prendas de punto, bordados y estampados. Produce incluso un periódico nacional y una cadena de noticias y mantiene su propia empresa de tráfico internacional.

Omega Line, por su parte, que también participó en el debate que hemos resumido, es una empresa bastante más pequeña. Cuenta con solo 2.600 trabajadores y trabaja fundamentalmente para los mercados exteriores. Forma parte de la Sri Lanka Apparel Exporters Association.

+ Info: https://www.srilanka-apparel.com/omega-line-ltd y http://www.hameemgroup.net/