Sedas plisadas, brocados, puntas antiguas, tejidos texturizados, con hilos de metal para trabajar mejor formas y texturas. Su novia es una mujer sexy, porque sus vestidos son muy entallados, pero también romántica, desenfadada y, según nos explica, «que no quiere verse disfrazada ni aparatosa». Su novio no es tan atrevido, pero tiene también cierto apunte diferente y singular. A él lo sorprende con colores y texturas, y pequeños detalles en botones, cuellos, puños, etc.Por el momento, atiende de manera personal a todas sus clientas en su atelier en un sobreático de la calle Sugranyés de Barcelona. Sólo tiene un punto de venta en Granollers, pero asegura que quiere seguir creciendo, aunque sin prisa. Sus contactos los realiza a través del boca a boca y en las ferias especializadas en bodas dirigidas al consumidor final.

Colección 2007 de Inmaculada García
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Viste unas 80 novias al año y, la mayoría de las veces, a los novios y a los acompañantes más cercanos. De hecho, el equipo de Inmaculada García se completa con varios estilistas, que no sólo se encargan de la novia en su conjunto, sino también de coordinarla con el novio y el grupo de personas más cercano. «Cada vestido es un mundo, asegura. Pienso la novia de arriba a bajo», y para ello es indispensable controlarlo todo: «Un vestido años 20, por ejemplo, no puede ir con un peinado a lo Grace Kelly».Su baza es sin duda la creatividad. Elabora una colección de una veintena de modelos que luego ajusta a la personalidad de cada una de las novias. Las ideas, dice que le vienen de la misma gente que ve en la calle, con la que habla… De hecho, cree que el vestido de novia no tiene que ser un disfraz, sino una prenda acorde con la manera de ser y de vestir de quien lo lleva. «Hoy la novia tiene 30 años y busca creatividad. Tiene ya una personalidad hecha y sabe lo que quiere. Antes se casaban a los 18 y, claro, era otra cosa…»Además, señala un nuevo público, muy en alza los últimos meses, que es el colectivo de gays y lesbianas, que, según señala Inmaculada García, «huye del vestido convencional».Empezó a crear trajes de novia y fiesta hace ocho años, pero ha estado devorando moda desde los 13, cuando tuvo claro que este era su futuro. Se formó en la escuela de diseño de moda Feli, donde lo estudió todo (diseño, patronaje, textil, modelaje… todo). Sus primeros pinitos los hizo en pret-a-porter, pero acabó desestimando la propuesta porque acababa cargando de fantasía prendas que debían ser ante todo funcionales. Lo suyo era la fiesta y la ceremonia.