Reencuentro con la elegancia perdida
Es el retorno de la elegancia intemporal, pasada por el tamiz de la actualidad, y el reencuentro con una nueva mujer que apuesta por la distinción. Cibeles Madrid Fashion Week ha puesto una pica en Flandes, léase Nueva York, al inaugurar su calendario de desfiles para la temporada otoño-invierno 2009-2010 con la presentación de las propuestas del diseñador malagueño David Delfín el pasado 13 de febrero en la Gran Manzana. Su desembarco en solitario ha sido un proyecto personal, aunque con apoyo institucional por parte de la Asociación de Creadores de la Moda de España (ACME), Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, Ministerio de Cultura y el ICEX, lo que no deja de ser un paso más hacia la ansiada expansión internacional. Las preguntas que ahora se plantean son: quién será el próximo en dar el salto y quién se encargará de hacer la necesaria criba. Al parecer, no es un empeño fácil, y así lo afirma Modesto Lomba, diseñador y presidente de ACME. “En cuanto a la criba, comenta, se encargará de ello en Nueva York un comité de expertos, compuesto, entre otros, por Anne Wintour, editora jefe del Vogue americano, desde el cual se determinará quién pasa y quién no. Yo espero que lo hagan bien, y en eso confío”. Pero no sólo se le hacen guiños a Manhattan, el punto de mira está en ciudades como Milán, México y Moscú, con las que se establecerán o culminarán contactos en los próximos meses. El calendario ha seguido su curso en Madrid y durante cinco días, del 20 al 24 de febrero, Cibeles Madrid Fashion Week ha vivido a un ritmo acelerado la presentación de las nuevas creaciones en ésta su 49 edición, según sus organizadores, la más completa e internacional (y ya hemos visto por qué) de su trayectoria. Nada menos que 82 diseñadores entre noveles y consagrados han dado a conocer sus propuestas para el otoño-invierno 2009-2010. Los desfiles se han celebrado en las instalaciones de IFEMA, en una pasarela que ya experimentó en la edición del pasado Septiembre un cambio importante, con dotaciones, como las dos salas de desfiles, Cibeles y Neptuno, en las que se alternan los diferentes pases. De los 82 diseñadores, no todos se han subido a la pasarela. Sólo 55 han mostrado sus colecciones en 45 desfiles (ha habido 10 colectivos), aunque tres de ellos, por cuestiones organizativas y de rotación, lo han hecho fuera del calendario oficial y en distintos escenarios de la ciudad. María Lafuente, por ejemplo, al quedarse, muy a pesar suyo, descolgada, ha decidido pasar su extensa y cuidada colección en el antiguo Matadero de Madrid. También les ha tocado desfilar en la diáspora de Cibeles, programa off en versión oficial, al vasco Ion Fiz, premio L´Oréal a la mejor colección de 2004, y a la veterana diseñadora Maria Freyre, directora del equipo de diseño de la firma Antonio Pernas. El resto de diseñadores ha mostrado su trabajo en el showroom de El Ego, con venta directa al público, instalado en una ubicación clave del área denominada Cibelespacio. Sorprende el buen nivel de algunas de las colecciones, mejores que muchas de las que desfilaron en pasarela. Son los diseñadores última generación, donde se cuece la moda del futuro, jóvenes que aspiran, anhelantes y esperanzados, a que la directora del Comité de Moda se dé una vuelta por allí y los eleve a la gloria de la pasarela. Entre la cordura y el desvarío La primera jornada de desfiles estuvo reservada para los diez jóvenes diseñadores que forman la plataforma El Ego, la antesala de acceso a primera división, con nuevas incorporaciones, muchas de ellas de procedencia catalana, ahora que ya no existe el añorado Gaudí de los buenos tiempos.
Bohento | María Escoté |
Sergei Povaguin |
En las propuestas presentadas se mezcla el buen gusto y el buen hacer de unos, con la provocación, el disparate y el esperpento de otros, como las burkas, muy vistas ya, del catalán Roberto Piqueras o las humoradas de Marta Montoto, salvando sus amplios y originales jerséis de punto grueso. Destacaron con un más que aceptable nivel de patronaje y en la calidad de los tejidos la nueva marca Bohento, con sus fluidos vestidos de satén, bien trabajados, y la firma Karlotalaspalas, defendiendo una innovadora colección de hombre, de confortables y desestructuradas chaquetas oversized, o la sugestiva, sexy, y algo canalla colección de Maria Escoté. Su mejor y más arriesgada baza: los vestidos funda de escotes infinitos y faldas ajustadas que esculpen el cuerpo de una mujer de rompe y rasga. Pero el Premio L´Oreal para jóvenes diseñadores se lo llevó el ruso afincado en Cataluña Serguei Povaguin, con su nueva interpretación de la elegancia femenina. La austeridad en sus exiguas chaquetas de punto ribeteadas en plata, frente a prendas con pliegues que se articulan en volúmenes exagerados, junto a un patronaje limpio y cuidado, le han valido este merecido galardón. En El Ego, además, dos incorporaciones de gran trayectoria: el gallego José Castro, aportando su experiencia internacional en una colección muy cuajada, aunque sus abrigos de piel de rata y unas modelos con las manos ensangrentadas no dejaron de sorprender al auditorio. Junto a él, la marca de lencería TCN, con Totón Comella al frente, deleitó con una colección lencera en la que incluyó ropa intemporal de calle, trabajada en tejidos naturales. Es la cuarta vez que desfila en Madrid, pero la primera que lo hace bajo el paraguas Cibeles. Quizás, por eso se largó con un detalle musical: la actuación en directo del trío compuesto por la cantante Najwa Nimri y dos músicos, muy apreciado por el público que asistió a su desfile.
Jose Castro | TCN |
Una apuesta por el lujo A partir del sábado 21 les tocó el turno a los veteranos. El tándem Victorio & Lucchino fueron los primeros en desfilar, esta vez sin volantes y con una colección de prendas sugerentes para una mujer de trapío. Tras ellos, hasta el martes 24, que Cibeles Madrid Fashion Week echó el cierre, pasaron sus colecciones 40 diseñadores con propuestas que marcarán las tendencias de la temporada. Aquí, de nuevo, tres incorporaciones muy esperadas: El catalán Toni Miró, que se curó en salud con una colección de hombre bien estructurada y moderna, que para eso es lo suyo, y su paisano Toni Francesc, demostrando su veteranía en prendas de línea vanguardista. El trío lo completaba la coruñesa María Barros, con exquisitos vestidos en la gama de los rosa, lucidos por modelos que semejaban muñecas de desván vestidas de diseño y envueltas en celofán. De todas las propuestas destaca la recuperación de la elegancia, el lujo y el glamour con prendas de calidad y líneas sobrias, rozando el minimalismo, aunque con detalles que enaltecen y enriquecen las prendas: pliegues, drapeados, cortes estratégicos y piezas plisadas que potencian la sencillez de un patronaje escueto. Devota & Lomba, Angel Schlesser, Lemoniez, Miguel Palacio, Carmen March, Juanjo Oliva y Elio Berhanyer, cada uno en su estilo, se adhieren a esta tendencia y ponen el acento en una mujer exquisita que viste con distinción. Como polos que se atraen, frente a la elegancia, la seducción. Y una mujer sofisticada y sensual, a veces, un punto transgresora, se sube a la pasarela sobre tacones imposibles. Jesús del Pozo está en esa línea, ahora que ha cambiado de registro y se ha instalado en lo sexy sin el recato de antaño. Hay que ponerse las pilas, habrá pensado, después de constatar que las ventas han dado un bajón de hasta un 30%. En general, las colecciones son más reales y ponibles. Una excepción: Amaya Arzuaga se despachó con ejemplares de exposición: vestidos escultura realizados en fieltro y de volúmenes insólitos, preciosos de ver, pero de muy poco poner.
Antonio Miró | Devota&Lomba | Ángel Schlesser |
El retorno del vestido Ya sea de aires retro, románticos (como los de Alma Aguilar) o los de corte infantil de Miriam Ocáriz, el vestido es la prenda estrella, y van acompañados de medias negras muy tupidas. Le sigue el pantalón, a veces pitillo, otras, los de más tendencia, amplios en la cadera y ajustados al tobillo. El bicolor y los contrastes de texturas: lana y terciopelo, y el juego de contrarios brillo-opaco, tienen una gran presencia y se convertirán en el must de la temporada. Se han visto, además, capelinas, faldas trabadas a la rodilla, rematadas por lazos, mucho punto y, por aquello de las licencias, accesorios en abundancia: bolsos, tocados, joyas y bisutería de diseño, aunque los zapatos, por su nivel de innovación, se llevan la palma. En lo tocante a los colores, como corresponde al invierno, la paleta es un tanto sombría: del negro al gris, pasando por el marrón, con estallidos ocasionales de tonos vivos, como el ciclamen, el rojo, los verdes y azules y toques de amarillo, junto a los cobres y dorados, que adquieren relevancia para la noche. La última jornada estuvo llena de expectación: Se desvelaba quiénes eran los ganadores del Premio L´Oréal a la mejor modelo y a la mejor colección de la 49 edición de Cibeles Madrid Fashion Week, dotado con 6.000 euros para cada ganador. Los agraciados fueron, finalmente, la top valenciana, Lourdes Coterón, y el francés Nicolás Vaudelet por su colección inspirada en el traje corto cordobés y en los legendarios bandidos de Sierra Morena, realizada para la firma El Caballo. El premio a la mejor colección incluye, además un interesante plus: el de realizar una producción de moda con una de las más importantes revistas femeninas del sector, lo que hace que aumente el atractivo del galardón.
Alma Aguilar | Miriam Ocáriz |